sexta-feira, 25 de setembro de 2009

Mais um assassinato dos golpistas

jueves 24 de septiembre de 2009
El espanto

Un adolescente murió ayer en la tarde luego que gritara “golpistas” a un grupo de policías que se transportaban en la patrulla 4-10, informaron familiares y vecinos que presenciaron el crimen.

La víctima fue identificada como Elvis Jacobo Euceda Perdomo, de 18 años, quien murió en la colonia Las Colinas, de la aldea del Carmen de dos disparos de fusil.

El joven, que se dedicaba a halar leña de un cerro cercano a la colonia para agenciarse algún dinero, en el momento del percance iba montado en una bicicleta color rojo. El se dirigía a jugar al campo de fútbol.El personal que hizo el levantamiento encontró este casquillo de Galil, el arma oficial de la policía.Según testigos, el crimen sucedió cuando el adolescente pasó cerca de la patrulla y gritó “golpistas”.

En ese momento uno de los policías (que no fue identificado por su apellido) se bajó del vehículo y disparó el fusil que portaba contra la humanidad del muchacho, que iba a unos 70 metros de distancia.Los disparos impactaron en la cabeza y espalda. Por mientras llegaban las autoridades a hacer el reconocimiento del cadáver, los familiares taparon a su pariente con una sábana color blanco.

Redacción de Diario El Tiempo, San Pedro Sula
Publicado por Fabricio Estrada en 20:33 0 comentarios Enlaces a esta entrada
Susurro




Hablamos con Esteban, burbujas, vaho del ártico son nuestras palabras.

Canción de exilio para un recién nacido

Y es peor todavía:

uno defiende un sueño,
a una tierra que apenas existe en el deseo.

Por eso las piedras son indefendibles
y el inmediato yermo
no es la tierra que fértil buscamos.
Nada parece más cercano
que la extrema presunción de la memoria,
hilos que desde nuestras manos
pretenden devolver vida
a lo que en sustancia
siempre será fugacidad e intermitencia.

Y sin embargo, pequeño,
hoy te hago parte de la nostalgia,
así, dormido,
mientras en sueños fundás la patria
que aún no he podido fundarte.


II

Pero no he querido para vos, hijo mío,
un destino injurioso de ayes y bemoles,
este sarmiento que trenzo
cada mañana en mis manos.

Has de saber
que mis juegos tienen perdedores
y que lastimo de vez en cuando
como un desconocido que grita a otro
y lo humilla
y se complace con verlo solo, aterido
golpeando en los rincones.
Tenés que saber que trato, que intento
que hago lo posible por llegar limpio a vos
y recibir de tus medias palabras
esa verdad que en las noches
hablará con claridad en mis sueños.

Es probable que no me entendás,
balbuceo y lloro
con un espino plantado en mi lengua.

Sólo dejame crecer un poco más
para poder explicártelo.

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